Interesante reportaje: Morir sin nombre. Los otros NN de México: Cadáveres no identifcados.

Interesante reportaje publicado por Milenio el dia 15 de Enero 2011.

Reportaje: Preparan banco de datos de cadáveres publicado en Milenio por Víctor Hugo Michel twitter: @vhmichel

En términos burdamente oficiales y sin adornos, la etiqueta que cuelga de los dedos gordos de sus pies les define como “NN”: Ningún Nombre. Son víctimas de la violencia, el narcotráfico, enfermedades, suicidio o accidentes, cadáveres que jamás fueron identificados y que suelen terminar en la fosa común o como instrumento de aprendizaje en las planchas de decenas de escuelas de medicina en el país.

Hasta tres mil mexicanos y mexicanas sufren este destino cada año, según cifras oficiales: tres mil personas, probablemente más, que fallecen en la ignominia, sin que sus familias vuelvan a encontrarles ni sepan su paradero final. “Son angustias que se quedan para siempre abiertas”, dice Morris Tidball-Binz, coordinador del Área Forense del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR).

Para enfrentar la epidemia de mexicanos que fallecen sin ser identificados, la CICR determinó ofrecer ayuda a México y, emulando un programa que ha tenido éxito en Colombia, arrancó un proyecto de colaboración con los Servicios Médicos Forenses del país con miras a crear el primer banco de datos nacional sobre cadáveres anónimos, una especie de google forense.

“Es necesario crear este registro nacional de cadáveres no identificados y cruzarlo con un registro nacional de personas desaparecidas para que pueda ser consultado por todos los servicios médicos forenses y los operadores de justicia”, dijo Tidball-Binz. “Sobre todo, desde un punto de vista humanitario. Detrás de cada uno de estos cadáveres hay siempre una familia o seres queridos que están en la búsqueda de esta persona que se ha perdido”.

La meta será replicar la experiencia colombiana en México. Después de años de guerra civil y violencia ligada al narcotráfico, Colombia inició en 2008 su propio programa nacional de identificación de cadáveres mediante algo tan sencillo como la adopción de un “manual único” que permite a sus médicos forenses seguir los mismos pasos estén en donde estén. Los datos obtenidos son entonces subidos a un servidor seguro en internet en el que se incluyen las señas particulares de los cuerpos encontrados.

Con una metodología única, los médicos colombianos ya saben qué hacer: las fotografías de los cuerpos deben ser tomadas a una misma distancia y señas como piezas dentales, tatuajes, cicatrices o heridas deben ser identificadas y notadas plenamente. Así, las autoridades en, digamos, Antioquía, pueden verificar en la red, con un click, si las señas de un cuerpo hallado en Bogotá coinciden con las del registro de una persona reportada como desaparecida en su jurisdicción.

Pero en México el panorama que ha encontrado la CICR es, por lo menos, complicado. Aunado a retrasos estructurales producto de años de magros presupuestos, las instituciones forenses de los estados se asemejan más bien a un mosaico, con metodologías distintas, médicos que no son forenses a cargo de las necropsias y a veces hasta una ausencia de rigor en la toma de señas particulares.

La movilidad interna, el alto número de migrantes nacionales y extranjeros que recorren el territorio nacional y el creciente número de cadáveres sin identificar también se han establecido como problemas adicionales que complican los esfuerzos mexicanos, a decir de la Cruz Roja Internacional.

En la Ciudad de México, semanalmente entre 60 y 70 personas son enviadas a la fosa común. En el norte, ante la violencia del narcotráfico, ciudades como Tijuana se han quedado desde 2009 sin espacio en las fosas de algunos de sus panteones municipales.
“Uno de los grandes desafíos que hemos visto es cómo superar la diversidad de procedimientos, leyes, reglamentaciones que rigen natural y normalmente en un país como este, que es federal”, señaló Tidball-Binz. “Pero la identificación de estos cadáveres es de suma importancia para poner fin a los círculos de sufrimiento de muchas personas”.

John Doe. Como se conoce a los NN en Estados Unidos.

En septiembre pasado, los titulares de los 31 servicios médicos forenses del país se reunieron por primera vez en la Ciudad de México para compartir experiencias con la Cruz Roja Internacional sobre sus métodos de trabajo. Del encuentro, llevado a cabo en el Servicio Médico Forense del Distrito Federal, surgió un dato antes desconocido: los médicos de Morelos trabajan diferente a los de Veracruz. Los de Tamaulipas no siguen las mismas líneas que los de Chipas que a su vez procesan los cadáveres de una forma que le es ajena a los de Baja California.

Peor aún: las instancias de justicia están desarticuladas. No hay forma de que la procuraduría de un estado como Morelos sepa que a sólo una hora de distancia, en el Distrito Federal, se encontró un cadáver que podría responder a las señas de alguien que está siendo buscado por su familia.
“Por eso la idea es asegurarnos de que todos los servicios médicos forenses laboren y trabajen con criterios comunes, con metodologías comunes y especialmente con formularos y estándares comunes para la identificación de cadáveres, para que todos puedan compartir la misma información.”, dijo Tidball-Binz.

En el encuentro, especialistas del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses de Colombia y del Servicio Médico Legal de Chile presentaron algunas de las alternativas a seguir en México. El consenso fue de implementar dos soluciones relativamente sencillas y de bajo costo para enfrentar el problema de los cadáveres NN: crear un manual único para todo el país y sentar las bases para el banco de datos virtual de señas particulares. El servicio tipo google.

El banco mexicano consistirá en datos físicos y características individualisantes como las ya mencionadas señas particulares. También se tomarán las huellas dactilares, pero la opción de muestras genéticas fue descartada por ser considerada técnicamente complicada además de demasiado onerosa.

Sin embargo, el éxito del programa, sostiene Tidball-Binz, se basará en un concepto aun más pedestre: papelería común, estandarizada, repartida a los 31 servicios médicos forenses.
“Con la información física básica que se pueda ingresar a formularios preestablecidos se pueden acortar muchísimo las búsquedas. En México en este momento no existen esos formularios y los operadores no tienen con qué comparar los cadáveres no identificados. Pero si tuvieran un formulario completo, en el que se diga ‘el sujeto es de sexo masculino, de tal edad, sufrió fracturas de tal manera, tiene tal característica dental, tiene un tatuaje de tal manera, tuvo un accidente en la infancia, etc.’ la posibilidad de que ese operador forense pueda acotar la búsqueda y, eventualmente identificar a ese cadáver, es muchísima mayor”, expuso.

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