Nueva técnica para extraer información de un cadáver

 

Un equipo de científicos daneses ha desarrollado un método para extraer información sobre los últimos días de la vida de una persona fallecida valiéndose de la tierra que rodea su cadáver en el sitio donde se la sepultó. La técnica permite averiguar detalles incluso de gente que murió siglos atrás.

Cuando un cadáver se descompone en su tumba, libera gran cantidad de compuestos (orgánicos en su gran mayoría) hacia la tierra que lo rodea. Además, la mayoría de los compuestos inorgánicos se transforman en otros y son arrastrados por el agua subterránea que se filtra durante los siglos posteriores.

Si los científicos detectan una sustancia en la tierra que rodea al esqueleto pero que normalmente no está presente en la tierra del lugar, pueden asumir que dicha sustancia proviene del cadáver, y esto les puede proporcionar datos sobre cómo vivió esa persona. Ello permite no sólo conocer mejor a la persona cuyos restos mortales son descubiertos, sino también obtener información nueva de personas cuyos restos fueron desenterrados por arqueólogos mucho tiempo atrás. Todo lo que se necesita es tener muestras de la tierra que rodeó al difunto.

Las muestras de tierra se deben tomar exactamente de donde estaba el tejido original de interés, por ejemplo un órgano interno o el tejido muscular de una parte específica del cuerpo. Por ejemplo, donde se encontraba un riñón, que ya está completamente descompuesto, los compuestos que originalmente se asentaron en ese órgano ahora son parte de la tierra, si no es que han sido arrastrados lejos por agua subterránea.

El equipo del químico Kaare Lund Rasmussen de la Universidad del Sur de Dinamarca ha probado su nuevo método al inspeccionar la tierra en torno al esqueleto de un niño de entre 10 y 13 años de edad, que fue sepultado en la localidad medieval de Ribe, en Dinamarca, hace 800 años.

El examen forense tradicional no permite ir mucho más allá de señalar que no se aprecian indicios de muerte violenta.

Mediante la nueva técnica, no es posible determinar qué problema de salud padecía el niño. Pero sí se ha averiguado gracias a ella que el niño estuvo expuesto a una gran dosis de mercurio un par de meses antes de morir y nuevamente uno o dos días antes de su fallecimiento. Cuando hay mercurio presente en el riñón en el momento del deceso, se transforma con rapidez en sulfuro de mercurio, que no es soluble en agua y tiende a permanecer en el lugar. De esta manera, es factible obtener información sobre la persona fallecida incluso sin analizar sus huesos.

Desde tiempos del Imperio Romano, y hasta principios del siglo XX, el mercurio se usó ampliamente como el ingrediente activo de medicamentos administrados contra diversas enfermedades. El mercurio es muy tóxico y no eran raros los casos en los que el enfermo moría de envenenamiento por mercurio y no de la dolencia que se pretendía curar con éste.

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Esta imagen muestra los principios de la toma de muestras de tierra para el análisis de mercurio. Los agujeros muestran de dónde se tomaron las muestras de tierra. Los agujeros se practicaron en los lugares correspondientes a los pulmones, hígado, riñones y ciertos músculos del brazo, órganos y tejidos todos ellos ausentes, pero sobre los que la tierra en esos puntos porta información reveladora. (Foto: CMO -County Museums of Odense-)

El mercurio es muy escaso en la tierra normal. Por tanto, y teniendo en cuenta ese uso medicinal y algunos otros, como por ejemplo en el pigmento basado en el mineral cinabrio, que los monjes medievales usaban para dar color rojo a los manuscritos, la presencia de mercurio en ciertos sitios puede delatar antiguas actividades humanas, incluyendo su administración a modo de medicamento al ocupante de la sepultura.

En el caso del niño fallecido hace 800 años, se puede deducir lo que sucedió: Su familia durante un tiempo intentó curarle con medicinas que contenían mercurio. Al margen de si el tratamiento al principio le hizo mejorar o no, el caso es que la enfermedad del niño se agravó de forma bastante súbita y fue entonces cuando se le administró la dosis grande de mercurio, que no sirvió para salvarle la vida al chico, quien falleció uno o dos días después.

Con Kaare Lund Rasmussen también han trabajado Lilian Skytte, Nadja Ramseyer y Jesper Lier Boldsen

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